martes, 18 de junio de 2013

¿Cómo sé?

Una muy querida amiga me contó hace tiempo, que cuando le preguntaban a su tía cuándo supo su hija que era adoptada, ella contestaba "nunca". Nunca hubo necesidad de sentarse a decirle, fue algo que supo como otros niños escuchan historias de un largo trabajo de parto, o que se tuvieron que salir de una fiesta para ir al hospital, o cómo decidieron nacer antes de tiempo.

A O le cuento que tuve que juntar montones de papeles para que me ayudaran a encontrarlo,que cuando lo conocí no quería darme la flor que era para mí,  de cómo lo oí llorar por primera vez la noche que fui por él al albergue porque no quería  sentarse en su silla del coche. Y diario, antes de dormir me oye darle gracias al Universo por traerlo a casa.

Las preguntas de O han ido cambiando conforme ha crecido, al principio preguntaba de su vida en el albergue, luego de "la de la panza". Ahora pregunta sobre su mamá biológica, dice que quisiera haberla conocido, que  tiene dos mamás, que no tiene papá y que no nació de mi panza. Se lo dice a cualquiera que pregunta por su papá o si tiene hermanos. Lo expresa con naturalidad. Son sus historias de vida. Las vive y las procesa.

El domingo, a la hora de dormir, O me preguntó "¿mamá, cómo sé que tú no me vas a dejar si mi mamá biológica me dejó?" Me dolió su pregunta. No porque cuestione mi amor, me duele porque lo piense, porque sé que lleva el dolor  en su piel como si lo hubieran bañado con ácido nítrico.

Me pregunto por los padres que han decidido no compartir la realidad con sus hijos. ¿Cómo se explican estos niños, adolescentes o adultos, ese ardor en la piel que han tenido toda la vida?

Hace algunas semanas, después de un viaje que hice sola, noté su enojo conmigo y un malestar que no parecía resolver. Decidí decirle algo que muchas veces había pensdo y no me atrevía a expresar: "O, tal vez en algunos momentos te sientes mal o triste porque sientes que tu mamá biológica te dejó en el albergue y yo tardé en encontrarte".

A veces uno piensa que por no expresar algo, ese algo deja de existir, o piensa que al hablar de algo, sólo se causará un dolor innecesario. Ese día pensé que ya era momento de ayudarle a expresar con palabras ese dolor que irremediablemente lleva consigo: "fui abandonado por mi mamá biológica".

Hoy pienso que poco a poco, esa afirmación se convirtió en la pregunta que tuve que contestar hace unos días. Más que con palabras, contesté con el deseo de transmitir la certeza de mi amor incondicional y mi presencia constante.

Puede ser difícil oír a tu hijo de 6 años cuestionarse por qué lo dejaron, o la pregunta que estaba abajo: "¿por qué esa mujer que me cargó en su panza me abandonó?" Pero sé que sería más difícil no tener las palabras para nombrar su irremediable angustia.

El abandono lo llevará consigo toda la vida, pero día con día veo como brillan sus ojos, oigo sus carcajadas y confío en que el Universo nunca se equivoca.