El jueves de la semana pasada tuve mi examen psicológico. Cuatro horas y media con el siguiente contenido:
- Un dibujo de una persona. Contar la historia de esta persona.
- Un dibujo de la persona del sexo opuesto al primer dibujo. Contar su historia.
- Contestar un cuestionario de cada una de estas personas. ¿Qué edad tienen, qué piensan, cuáles son sus planes?
- Un examen psicométrico de secuencias con duración de 20 minutos.
- Dibujar una casa, un árbol y una persona. Contestar un cuestionario sobre la casa y sus habitantes: ¿quién está en cada espacio, a dónde llega la chimenea (yo no dibujé chimenea), qué tipo de árbol es, tiene partes muertas el árbol?
- Un cuestionario de verdadero o falso de 563 preguntas. Eterno. Algunas preguntas no se entienden porque tienen dobles negaciones o por el estilo, y obviamente es a propósito. Además muchas son del tipo de “la mayor parte de las veces” “consistentemente” “rara vez” “alguna vez”. Y uno se queda pensando si uno ha pasado por esa situación una vez en la vida califica como “rara vez” o no califica. Al salir me quedé preguntándome si de veras alguien puede creer que el mundo está en su contra o si "la mayor parte de la gente hace cualquier cosa por salir adelante".
- Dibujar un hombre bajo la lluvia. Yo tuve que tomar prestada la imagen de Doisneau donde el hombre cubre su cello con un paraguas.
- Dibujar una familia. Pregunté: ¿una familia tradicional o una moderna? La respuesta: la que sea. Ya mi mano no podía más, después de rellenar 563 bolitas en el examen, dibuje una familia sencilla, como la que yo espero: una mujer y un escuincle tomados de la mano.
- Un formulario con datos socioeconómicos, datos que ya tienen en la carpeta. Igual lo llené. Al final firmas si autorizas a visitas trimestrales de una trabajadora social para ver el avance del niño/niña, ya que esté en tu casa.
- Hacer copias de 9 figuras.
Acabé exhausta.
Ahora lo que toca es esperar. Sólo esperar. Y aunque no me considero buena para esta no actividad, esta espera no me ha alterado.